Leyes Espirituales

3ª Ley: Ley de la Justicia Espiritual o Ley de Acción y Reacción Espiritual (causaefecto).

• Lo que haces a los demás, te lo haces también a ti mismo.
• Se avanza espiritualmente cuando el espíritu toma conciencia de sus errores (actos en contra de los otros seres de la creación) y los repara.
Ley de Acción y Reacción Espiritual


Hay mucha gente que argumenta su ateísmo en la máxima: “Si hubiera realmente un Dios no permitiría que pasaran estas injusticias en el mundo”. ¿Qué opinión tienes al respecto?
Que se trata de una opinión fundada en un conocimiento incompleto de la realidad espiritual, que conduce a interpretar ciertas situaciones dramáticas de la Tierra como parte de una injusticia, porque se tiene la creencia de que la vida del ser empieza con el nacimiento del cuerpo físico. Si consideráramos que la vida del ser humano se inicia con el nacimiento, llegaríamos a la conclusión inevitable de que el mundo es injusto, y de que si existe un creador se trata de un creador igualmente injusto, pues parece que favorece desde el principio a unas criaturas en detrimento de otras. ¿Acaso no hay seres que desde su nacimiento ya vienen al mundo con una perspectiva de vida llena de desgracias, bien porque nacen con enfermedades de nacimiento, o en extrema pobreza, o en familias que no los quieren, mientras que otros parecen ser los favoritos de la providencia porque son más listos, más bellos, más amorosos, más queridos o más sanos?

Pero si consideramos que esta vida no es más que un breve episodio de la vida de cada ser, y que este episodio es la justa continuación y consecuencia de una serie de episodios anteriores cuyo argumento se enlaza perfectamente con las circunstancias en las que el espíritu se encuentra en la actual vida, comenzaremos a comprender aquello que antes nos parecía incomprensible, y por ello injusto.

Absolutamente todos los espíritus parten del mismo punto. Todos los seres espirituales son creados iguales, como un principio vital espiritual ignorante e inconsciente, pero con la potencialidad de evolucionar constante e indefinidamente hasta alcanzar las mayores cotas de amor y sabiduría, a través de la experiencia de la suma de incontables encarnaciones. Las únicas diferencias de partida entre unos y otros estriban en el momento en el que fueron creados, es decir, en la edad del espíritu, ya que el proceso de creación de vida espiritual no termina nunca. Mientras unos iniciaron esa andadura hace miles de millones de años, antes que vuestra galaxia fuera apenas una nebulosa en formación, y cuentan a sus espaldas incontables encarnaciones en el mundo físico, otros apenas acaban de empezar su proceso evolutivo, es decir, son espíritus jóvenes. 

Dependiendo de sus acciones y sus decisiones, su camino evolutivo será recto o tortuoso, lento o rápido ¿Acaso no habéis observado que hay personas que desde su más tierna infancia demuestran una gran madurez impropia de su edad, con una gran capacidad para amar y comprender, mientras que otros, siendo ya adultos o ancianos de cuerpo, son todavía inmaduros en su comportamiento, hasta el punto de que parecen tener menos edad de la que físicamente aparentan?

Las diferencias que observáis entre unos espíritus y otros respecto a su capacidad espiritual, aparentemente innata, se deben a la mayor o menor edad del espíritu, y del mayor o menor aprovechamiento que hicieron de las encarnaciones para su progresión espiritual. Las diferencias que observáis en las circunstancias de su vida, que parecen fruto de la fatalidad, corresponden por tanto a las consecuencias o decisiones que estos mismos espíritus han tomado en vidas anteriores y en el periodo de vida en el que no están encarnados.

¿Y de qué manera los actos de la vida actual tienen que ver con aquellos vividos en el pasado?
Existe una ley universal, la cual podríamos llamar Ley de la Justicia Espiritual, Ley de Causa-Efecto, o Ley de Acción y Reacción Espiritual que dice, más o menos, que el espíritu recibe exactamente lo mismo que da. En realidad equivale a decir que lo que hacemos a los demás nos lo hacemos en realidad a nosotros mismos. La consecuencia de ello es que cada espíritu ha de hacer frente a las circunstancias que él mismo ha creado, de manera que muchas de las circunstancias adversas a las que se enfrenta el espíritu en una vida son consecuencia o efecto de una causa que él mismo creó en una encarnación anterior.

¿Por qué es una ley universal?
Porque el espíritu no puede ser feliz ni puede avanzar en su evolución espiritual sin haberse enfrentado y haber resuelto aquellas circunstancias, aquellos actos que realizó contra las leyes universales y contra los demás seres de la creación.

Si por la ley del libre albedrío el espíritu es libre para elegir el camino que quiera, de tomar las decisiones que crea convenientes, por la ley de justicia espiritual ha de saber que cada acción que realiza tiene sus consecuencias y que finalmente, tarde o temprano, éstas acabarán afectándole a él. Dicho de otro modo: “La siembra es libre, la cosecha es obligatoria”. Es decir, si algo nos pareció correcto como emisores, también nos deberá parecer justo como receptores y viceversa, y si no nos gusta recibir lo mismo que hicimos es que había algo en lo que hicimos que no era demasiado bueno, porque lo que no es bueno para nosotros, tampoco es bueno para los demás. Habéis oído que muchos grandes profetas, incluido el propio Jesús, dijeron: “No hagas a los demás lo que no quisieras que hiciesen contigo” y “haz a los demás lo que quisieras que hiciesen contigo.” Conociendo la ley de acción y reacción habría que añadir a estas máximas una coletilla: “No hagas a los demás lo que no quisieras que hiciesen contigo, porque al final te lo haces a ti mismo” y “haz a los demás lo que quisieras que hiciesen contigo, porque en realidad te lo haces a ti mismo”. En esta máxima, “lo que haces a los demás también te lo haces a ti mismo” se encierra el principio de justicia espiritual.

¿Por qué la llamas ley de acción y reacción espiritual?
Porque en cierta manera se parece a la Tercera Ley de Newton o Ley de acción y reacción de la Física Clásica. Para el que no esté familiarizado con ella, esta ley viene a decir algo así como que siempre que un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, al mismo tiempo recibe sobre él una fuerza de la misma magnitud. Es decir, si dos astronautas están en el espacio, cogidos de la mano y uno de los dos decide empujar al otro, él mismo se verá desplazado con la misma fuerza que ejerció, pero en dirección contraria. Los efectos de la ley de acción y reacción física los conocen bien aquellos que han disparado con una escopeta o arma similar. 

Conocemos que en el disparo, la escopeta ejerce una fuerza sobre la bala que la impulsa hacia el exterior con gran velocidad. Pero al mismo tiempo la bala ejerce sobre la escopeta la misma fuerza, pero en sentido contrario. Esta fuerza, debida a la existencia de la ley de acción y reacción, es conocida en el argot de las armas como retroceso, y es tan fuerte que si no se está entrenado puede causar lesiones en el punto de apoyo del arma.

Pues a nivel espiritual, de forma análoga a esta ley de acción y reacción física, la ley de acción y reacción espiritual nos dice que todo acto realizado hacia los demás nos será devuelto en la misma medida. Lo cual implica en la práctica, y como ya he dicho, que todo aquello que hacemos a los demás, en realidad nos lo hacemos a nosotros mismos.

Esta es la base de la justicia espiritual, ya que a cada uno se le enfrenta con sus propias acciones, y queda en uno la decisión de modificar su conducta o no tras experimentar las consecuencias de sus actos.

¿Y de qué manera esas acciones hacia los demás repercuten en la evolución espiritual?
El peso de estas acciones, si están en contra de la ley del amor, es como un lastre que impide al espíritu elevarse hacia cotas más altas de evolución. Por el contrario, las acciones que sintonizan con la ley del amor actúan como la llama de un quemador de un globo aerostático.
La llama, al calentar el aire, aumenta el nivel vibratorio de las moléculas de gas disminuyendo así la densidad del aire del interior del globo, permitiéndole la ascensión hacia zonas de la atmósfera menos densas.

De igual modo, las acciones a favor de la ley del amor aumentan la vibración del espíritu, permitiéndole así ascender hacia regiones del mundo astral de mayor vibración, es decir, de mayor nivel espiritual.

Pues yo no observo que esta ley se cumpla muy a menudo. ¿Acaso no hay asesinos, criminales y genocidas reconocidos que jamás son llevados ante la justicia y mueren plácidamente de viejos?
El hecho de que el efecto asociado a una causa o acción determinada no se dé de forma inmediata puede dar la impresión al encarnado de que no existe justicia, por no ver al criminal responder por sus delitos en la misma encarnación. Es cierto que en una sola vida muchos delitos, sobre todo de aquellos que ostentan posiciones de poder terrenal, quedan impunes. En estos casos se da que, los que actuaron en contra de la ley del amor dañando a otros espíritus, harán frente en posteriores vidas a las consecuencias de sus actos.

Imaginemos un gobernante que fue el causante de guerras y dio la orden para torturar y condenar a muerte a miles de personas. Debido a su poder jamás fue juzgado ni condenado por ningún tribunal de la Tierra. Tened por seguro que aquellas cuentas que no saldó en dicha vida quedan pendientes para las próximas, y el verdugo de antaño puede ser la víctima aparentemente inocente del mañana. Esto es lo que significa la frase “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” porque lo que la justicia terrena deja sin resolver no tengáis duda que la justicia espiritual lo resolverá. Aún así, sabed que la intención de este sistema no es castigar sino enseñar. En cualquier caso, todo espíritu que hizo daño queda en deuda consigo mismo y, para poder avanzar, es necesario primero que se dé cuenta del daño que hizo y segundo, que lo repare.

En el extremo opuesto, ¿no existen personas que hicieron mucho bien durante su vida y como pago fueron calumniados, torturados y asesinados?
También hay que ver la otra cara de la moneda de la Ley de justicia espiritual, ya que aquellos que actuaron conforme a la ley del amor y que recibieron la ingratitud, la incomprensión, el rechazo, la violencia, la tortura o la muerte a cambio del bien que hicieron por parte de sus coetáneos, han de tener por seguro que los frutos de sus actos serán recompensados en el mundo espiritual, que es el mundo verdadero y que no está sujeto a las leyes arbitrarias de los hombres. Esto es lo que significan las palabras de Jesús “Bienaventurados los pobres de espíritu (se refiere a los humildes), porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”.

¿Y por qué tiene que haber una demora entre la acción y la reacción, es decir, entre el acto y sus consecuencias sobre el que lo comete? ¿No sería más justo que acción y reacción fueran consecutivas?
La reacción se activa en el momento en que se realiza la acción, aunque no se haga efectiva inmediatamente. Si la acción está a favor de las leyes espirituales, recibiremos una “bonificación espiritual”, mientras que si está en contra diremos que se ha contraído una “deuda espiritual”. La “recogida de la cosecha” se demorará hasta que el espíritu concluya la etapa en la que se pone a prueba, o sea, cuando finalice la encarnación, igual que cuando se realiza un examen no se conoce la nota hasta finalizar completamente el examen, ni se espera a continuar el siguiente ejercicio a que el profesor corrija el ejercicio recién terminado. Cuando se trata de un acto a favor de las leyes espirituales, en algún momento recibiremos del mundo espiritual la compensación pertinente, aunque no será inmediata, sino que, como en un trabajo por encargo, se recibe la recompensa una vez se concluye el trabajo, y no mientras se está realizando. Esta “recompensa espiritual” se traducirá finalmente en un ascenso del espíritu hacia esferas de mayor evolución, donde habitan espíritus más amorosos, una vez concluida la encarnación. En el caso de una deuda espiritual, la reparación se demorará hasta que el espíritu decida por propia voluntad subsanar voluntariamente el daño que hizo, lo cual implica necesariamente que el espíritu haya tomado conciencia de su propia actuación. Por la ley del libre albedrío no se le puede obligar a hacerlo. Será el espíritu el que decidirá cuando llega el momento de enfrentarse a esas circunstancias.
Pero si quiere avanzar espiritualmente, ineludiblemente, tarde o temprano, deberá enfrentarse a ellas y reparar el daño que hizo.
Mientras esto no ocurra no se enfrentará a ciertas pruebas, pero el peso de los actos realizados contra la ley del amor, una vez concluida la encarnación, le retendrá en los niveles inferiores del mundo astral, en los que habitan los espíritus de semejante condición a la suya, y que debido a su falta de armonía con las leyes del amor, se dedican a hacerse daño los unos a los otros, resultando de esto que la vida en esos niveles es bastante desgraciada y llena de sufrimientos para sus habitantes.

¿Y cómo se consigue que el espíritu tome conciencia del daño que realizó en los demás?
En algún momento después de la desencarnación, el espíritu se enfrenta al repaso exhaustivo de los acontecimientos moralmente más relevantes de la última vida. Durante ese repaso de la vida, para cada situación vivida, el espíritu no percibe ya sólo lo que él sintió en ese momento, sino que también simultáneamente percibe los sentimientos y las emociones de los otros seres que recibieron las consecuencias de sus actos, percibiendo el bienestar o malestar de éstos como si fuera propio.

¿Cuál es exactamente el objetivo de este repaso?
Que el espíritu tome conciencia de la relevancia de las decisiones que tomó en vida respecto a las leyes espirituales y respecto a las consecuencias de sus actos en los demás, de si actuó con amor o si actuó por egoísmo, con el objetivo de que le sirva para evolucionar. Y para que conozca cuáles son las asignaturas que afrontaba en esa encarnación que ha superado y las que todavía le quedan por superar, ya que las pruebas de las próximas encarnaciones dependen en gran medida de la actuación que se haya tenido en las encarnaciones anteriores.

Parece ser como un juicio final, ¿no?
Más o menos, pero sin ninguna intención de humillar o castigar al espíritu, sino que se efectúa para que tome conciencia de sus actos respecto a las leyes espirituales y respecto a los demás seres de la creación.

¿Y quién juzga si sus actos han sido o no correctos?
Él mismo con la ayuda de espíritus superiores.

¿Cómo puede ser consciente el espíritu de si fue injusto o no su comportamiento si no lo fue durante la vida física?
Porque recibe la ayuda de los espíritus superiores, que le aportan la claridad espiritual que por su propia evolución todavía no posee.

Y, dado que se juzga a sí mismo, ¿no ocurrirá que no sea totalmente imparcial? Es decir, ¿cómo evitar que el espíritu no actúe con favoritismo hacia sí mismo?
No actúa de forma partidista porque el espíritu se encuentra en este estado de claridad espiritual inducido por los espíritus superiores que he mencionado. En ese estado se ve la realidad tal y conforme es, de forma totalmente imparcial.

¿Y qué ocurre después?
Que el espíritu se prepara para corregir y superar aquellas actitudes negativas en las próximas encarnaciones y elige según su capacidad aquellas pruebas que le pueden servir para corregirlas. Dependerá del camino que el espíritu quiera elegir. Por un lado está la reparación lenta pero más extensa en el tiempo. Por otro lado existen pruebas más fuertes pero que sirven para avanzar más rápidamente.

¿Y esto ocurre inmediatamente? Quiero decir, en la siguiente vida ¿el espíritu ya se enfrenta a la reparación de lo hecho en la vida anterior?
No necesariamente, porque hay muchos espíritus que no han mostrado ningún propósito de enmienda y, por ello, han quedado retenidos en las franjas más bajas del astral inferior; así que retornan a la vida sin haber pasado por el anterior proceso de reeducación. Y aunque el espíritu haya iniciado su proceso de reforma, hay que tener en cuenta que, al principio, la voluntad de afianzarse en el bien es frágil y no puede soportar las pruebas más duras. Por ello, el espíritu tiene la opción de vivir encarnaciones de transición en las que no se enfrentará a la reparación de su deuda, sino que le sirven de preparación, para fortalecer su voluntad de reforma y su perseverancia. Las encarnaciones de expiación propiamente dichas, en las que el espíritu se enfrentará a las pruebas más fuertes, vendrán cuando esté bastante preparado y con una voluntad de mejora más firme.

¿Qué tipo de pruebas le esperan al espíritu “endeudado”?
En general, sufrir en carne propia circunstancias semejantes a las que uno generó en otra vida, para tomar conciencia de lo que está y no está en armonía con las leyes espirituales, y trabajar para reparar el daño que hizo.

Pues me tendrías que poner un ejemplo para que lo entienda.
Vale. Imaginad a un espíritu que encarna en el siglo XVIII, en una familia blanca rica, que posee haciendas y esclavos para que trabajen las tierras.
Seguramente este espíritu no caerá en la cuenta, ya que es lo que le habrán enseñado sus padres, de que los esclavos también son seres que sienten y sufren como él, y que la esclavitud es un acto contra la ley del amor y la del libre albedrío, ya que nadie tiene derecho a apropiarse de la voluntad de ningún ser en beneficio propio, sea éste material o de ningún otro tipo, y menos de un igual a él. Seguramente si le preguntas al espíritu del ahora señorito si le parece bien tener esclavos, lo más seguro es que se ofenda en su honor porque: “cómo vas a comparar un sucio e ignorante esclavo con un señor de su categoría”. Circunstancias las de “sucio, ignorante y esclavo” que él ha contribuido tan activamente a crear y mantener. Si le parece que este estado de cosas está bien, entonces estará conforme en experimentar la situación desde el lado opuesto, es decir, naciendo en la próxima vida como hijo o hija de una de las esclavas de su familia, experimentando así en su propio ser el sufrimiento que se deriva de ser un esclavo. ¿Acaso si le preguntas al espíritu, ahora como esclavo, en esa encarnación, si le parece bien la esclavitud, no te dirá que la esclavitud es inhumana y se quejará amargamente de su suerte, diciendo: “Señor, ¿qué he hecho yo para merecer esto?” Al fin y al cabo, no ha hecho más que recoger lo que había sembrado. Si saca buena enseñanza de esa experiencia, cuando esté en situación de cambiar el estado de las cosas, por ejemplo volviendo a ser el dueño de la hacienda, tal vez se acuerde de lo que aprendió interiormente en la vida anterior y trabaje por la abolición de la esclavitud.

¿De este ejemplo debo deducir que los esclavos pueden haber sido señores en otra vida y haber practicado la esclavitud?
Sí, y los señores, esclavos. Un mismo grupo de espíritus puede haber estado experimentando esas posiciones alternativamente en multitud de vidas hasta que finalmente se den cuenta de que la mejor manera de que se respete la libertad de uno mismo es respetar la libertad de los demás en cualquier circunstancia. Pues así con todo.

Pero obligar al espíritu a pasar por lo mismo que él hizo ¿no es equivalente al ojo por ojo, diente por diente?
Ya digo que no es un castigo, sino una forma de aprendizaje. Si uno cree que ha actuado justamente no tendrá ningún temor en recibir aquello que dio. Al contrario, estará deseoso de recoger la justa recompensa de sus buenas acciones. Por el contrario, si ha obrado con egoísmo, perjudicando a los demás, no tendrá demasiadas ganas de recoger la cosecha de su mala siembra. Si la intención de la ley fuera castigar al infractor, como una especie de venganza, podríamos considerarlo un ojo por ojo. Sin embargo, el objetivo de la ley no es castigar, sino promover la evolución del espíritu a través de la experimentación personal de las acciones que uno mismo genera. Dicho de otro modo, la ley de la justicia espiritual nos enfrenta a cada uno con nuestros propios actos de manera que podamos aprender de ello. Y no necesariamente ha de pasar por las mismas situaciones literalmente que él mismo provocó, pero suele ser la forma más rápida de aprendizaje y la elegida por muchos espíritus, deseosos de salir de su situación de inferioridad espiritual, en la que se sienten profundamente infelices.

¿Y no existe otro sistema menos drástico para que el espíritu pueda deshacerse de su deuda?
La intensidad de las pruebas depende de lo rápido que quiera el espíritu en cuestión saldar su deuda espiritual y de la capacidad que tenga para poder superarla. Sólo cuando el espíritu está preparado para superarla se le presenta la prueba. Como si se tratara de un préstamo bancario, pero sin intereses, al espíritu que quiere evolucionar pero está endeudado kármicamente, se le presentan varias opciones para reformarse y pagar la deuda, y es decisión de él mismo el elegir un camino u otro. Se puede intentar devolver en menos tiempo pero en cuotas más altas o en mayor tiempo y en cuotas más bajas. Los guías espirituales suelen recomendar la segunda opción, es decir, pagar la deuda en cuotas más cómodas, aunque de este modo el espíritu necesite de mayor número de encarnaciones para saldarla. Sin embargo, los espíritus suelen tener prisa en querer abandonar el estado de sufrimiento en que se encuentran por el peso del daño hecho y tienen tendencia a elegir las pruebas más intensas que les ayudan a eliminar karma rápidamente. En cualquier caso, el espíritu debe consentir enfrentarse a ella, y se le prepara para que pueda superarla con éxito.

¿Qué significa “karma”?
Es una palabra de origen oriental que equivale a decir “deuda espiritual”.

Pero parece que ciertas pruebas son extremadamente dolorosas como para que el espíritu pueda sacar una enseñanza, aparte de que la vidaes un valle de lágrimas.
Porque juzgáis sin conocimiento de causa. A muchos que sólo ven laprimera parte de la historia, es decir, cuando se cometen los actosdelictivos impunemente, les parece injusto que se queden sin condena.
Si esos mismos ven sólo la segunda parte de la historia, es decir, la desaldar las cuentas, ya en otra vida posterior, les parece injusto quealguien pueda sufrir semejantes atrocidades, porque no comprenden dedónde viene ni porqué una desgracia de tal calibre. Sin embargo, siconocieran el pasado criminal del espíritu, muchos de ellos ni siquiera lehubieran dado una segunda oportunidad. En el mundo espiritualsiempre hay una segunda oportunidad, o mejor dicho, existenoportunidades infinitas de rectificación.

Si en el mundo espiritual existen en realidad infinitas oportunidades derectificar, ¿de dónde viene la creencia en las penas o castigos eternospara los malos que, por ejemplo, tiene la doctrina cristiana?
La creencia en castigos eternos no tiene origen divino. Carece de fundamento, no se corresponde con la realidad espiritual y no es másque otra falacia que las castas sacerdotales introdujeron con la intención de controlar a la gente a través del miedo irracional. Es lamentable que los que se erigen en guías espirituales, quesupuestamente deben ayudar a los demás a encontrar su camino espiritual, lejos de hacerlo, lo entorpezcan todavía más confundiendo y manipulando las mentes, aprovechando sus debilidades para ensalzarse ellos mismos, contribuyendo a entorpecer un camino ya de por sí suficientemente cargado de circunstancias difíciles.

¿Y por qué ocurre que mucha gente tiene la impresión de que los sucesos penosos de su vida son una circunstancia que se les ha impuesto sin habérsele consultado?
Porque es una elección que se toma antes de encarnar y el olvido del pasado espiritual que se produce al encarnar le hace creer que no ha tomado parte en tal decisión. Existen muchos espíritus que han decidido dar el paso de avanzar y, por tanto, de enfrentarse a circunstancias enormemente difíciles e incomprensibles para aquellos que desconocen las leyes espirituales. Mucha gente no puede entender que una buena persona tenga que hacer frente a tantas penosas y desgraciadas situaciones que no ha buscado, sino que le vienen como por una especie de fatalidad del destino. Y es entonces cuando concluyen que no puede existir justicia verdadera si las buenas personas han de sufrir tan atrozmente. Pero si pudieran echar un vistazo al pasado espiritual de esa persona encontrarían el porqué. Y es porque el espíritu está comenzando a reparar el daño que hizo antes de sentirse afín con las leyes espirituales. Por lo tanto, alegraos de encontrar personas así, primero porque se trata de espíritus que ya han hecho un cambio profundo y positivo hacia su regeneración, y segundo porque el hecho de enfrentarse a pruebas de ese calibre significa que han conseguido llegar a un nivel de evolución bastante avanzado, que les permite afrontar con posibilidades de éxito una intensa reparación de su deuda.

¿Entonces debo entender que todas las circunstancias negativas a las que se enfrenta el espíritu son consecuencias de los actos del pasado?
No. Muchas son la consecuencia directa de los actos de la vida actual, y hay otras que son inherentes al nivel evolutivo del planeta en que se encarna.

¿Quieres decir que un espíritu que no tiene deudas puede pasar por circunstancias negativas que no le corresponden por expiación?
Sí, ocurre muy a menudo. Pero es una elección libre del espíritu el hacerlo.

¿Y esto qué sentido tiene? ¡Parece masoquismo!
No creáis que el espíritu decide tomar este camino porque disfruta sufriendo. Y si ese sufrimiento fuera completamente estéril y no se derivara de él ningún progreso espiritual, tampoco tendría sentido. Pero si de ello resulta un avance espiritual en el aprendizaje del amor y, por tanto, en un acercamiento a la felicidad verdadera, una vez las circunstancias penosas son superadas con éxito y quedan atrás, concluiremos que ha merecido la pena, al igual que al corredor de fondo le merece la pena el esfuerzo de la carrera si consigue llegar a la meta habiendo batido su marca personal. Esta elección es propia de espíritus avanzados que, por un acto de amor hacia sus hermanos de menor evolución, encarnan para ayudarles, para enseñarles el camino del amor y, al mismo tiempo, les sirve a ellos para progresar más rápidamente, porque se ponen a prueba en su capacidad de amar incondicionalmente, debido a que tendrán que soportar multitud de ingratitudes e injusticias de espíritus menos avanzados.

Aunque me digas que las circunstancias negativas sirven para evolucionar y que muchas son consecuencia de los actos del pasado, existen hechos que, independientemente de lo que se ha hecho en vidas anteriores, me parece que son tan injustos, inhumanos e intolerables te pongo como ejemplo el hambre, la miseria, las guerras  que no se deben permitir. Sin embargo, aunque hay un supuesto ser o muchos seres superbuenos y superpoderosos, no hacen nada por cambiar el lamentable rumbo de la humanidad. ¿Qué me puedes contestar a esto?
Ciertamente existen multitud de hechos que son inhumanos e intolerables, pero son los espíritus que encarnan en la Tierra los que los han creado, y es a ellos a quienes corresponde tomar conciencia de ello, y trabajar para erradicarlos de la faz del planeta, porque deben y porque pueden hacerlo. Como ya he dicho, la progresión espiritual sólo se produce cuando es elegida e internalizada por libre voluntad y por esfuerzo propio del espíritu, sin ningún tipo de coacción o imposición.
Esto es una ley espiritual, la ley del libre albedrío, que es respetada por todos los seres espiritualmente avanzados. Esta es la razón de no ver a Dios o a los seres superiores arreglando las injusticias del mundo. Seguro que si apareciera un ser todopoderoso en el mundo que viniera a arreglar determinados asuntos, seguramente los mismos terrestres, que antes reclamaban la presencia de un Salvador, se quejarían de falta de libertad, ya que seguramente las decisiones que ese ser tomara nunca serían del gusto de todos. Siempre habría disconformes que se sentirían perjudicados por determinadas decisiones, porque hay poca gente en vuestro mundo que esté dispuesta a renunciar al egoísmo, poca gente dispuesta a compartir lo que creen suyo con los que tienen menos que ellos.
Por ello se deja a los humanos que experimenten en el mundo físico el uso del libre albedrío, sin cortapisas, y que hagan frente a las circunstancias que ellos mismos han creado. Que sean ellos los que lleguen a la conclusión de que los males que padecen son fruto del egoísmo y que mientras el egoísmo reine en el corazón de los seres humanos, seguirá habiendo guerras, hambre, miseria e injusticia. Que la única manera de erradicar todos esos males es erradicar el egoísmo de todos y cada uno de los corazones y que el único antídoto que existe para el veneno del egoísmo es el amor. No esperéis de brazos cruzados a que vengan a salvaros. Actuad y se os ayudará, porque los espíritus avanzados y seguidores de la ley del amor siempre están ahí para ayudaros, muy sutilmente. Pero ha de ser iniciativa vuestra, por decisión de vuestra voluntad, y no en contra de vuestra voluntad. Es como si alguien que acaba de caer a un río pidiera que le rescataran, pero él mismo no intentara mover los brazos para nadar y mantenerse a flote.
Vosotros tenéis el poder, si así lo decidís, de cambiar el rumbo de vuestro destino, porque ¿de qué otro modo podríais evolucionar, si a cada paso que dierais en falso acudiera vuestro padre a socorreros? Necesitáis experimentar el efecto de vuestras decisiones para aprender, y necesitáis tener liberad de acción para decidir si queréis tomar un camino u otro.

¿Y por qué los mundos más avanzados espiritualmente no envían a su gente para mostrar lo que es la espiritualidad superior?
Ya les gustaría pero, como ya he dicho una y mil veces, no pueden interferir en vuestro libre albedrío. A nivel colectivo, las humanidades de los mundos físicos más avanzados no pueden interferir en la evolución de los mundos menos evolucionados sin la voluntad y el consentimiento de éstos. Por ello, las ayudas se hacen con encarnaciones de humanos de mayor evolución que van al planeta a dar ejemplo, sin ningún tipo de alarde, y no con un ejército desembarcado, para que el que se quiera quedar con la enseñanza que llevan lo haga por afinidad de sentimiento y de pensamiento, y no lo haga porque ha quedado deslumbrado por la magia de la tecnología que poseen. Cuando se ha dado este último caso se trata de civilizaciones que no han respetado la ley del libre albedrío y los efectos son catastróficos, ya que estos pueblos se vuelven dependientes de la civilización avanzada y cuando ésta los deja, el supuesto avance que habían logrado se va rápidamente al traste, porque al no ser fruto del esfuerzo propio, se olvida rápidamente.
También recibís ayuda constante y de forma sutil del plano espiritual de los guías y de los seres queridos que no están encarnados en ese momento. Ya hemos hablado ampliamente de cómo se contacta con el mundo espiritual para recibir ayuda. Pero para recibir esta ayuda hay que querer recibirla. Porque al que quiere estar solo y aislado del mundo, o al que no quiere avanzar, se le respeta su deseo. A nadie se le puede obligar a avanzar en el amor, ya que si el avance no es elegido por propia voluntad no sirve de nada y es, además, una vulneración de la ley del libre albedrío.

Hay gente que justifica las guerras diciendo que son necesarias para evitar un mal mayor, para preservar la paz o la democracia. ¿Qué opinas al respecto?
Pues que si realmente son amantes de la paz y de la libertad, que no hagan lo contrario de lo que predican. Porque si uno en los medios contradice el fin, está siendo un mentiroso, un hipócrita. El fin no justifica los medios, porque los medios han de estar en la misma sintonía que el fin que se persigue. No se puede conseguir la paz a través de la guerra, ni la libertad a través de la imposición, ni la justicia a través de la injusticia.

¿Pero no ocurre que las guerras son decisión de unos pocos que ostentan el poder, mientras que el resto preferiría vivir en paz?
¿Pues entonces por qué les dais el poder a aquellos que hacen lo contrario de lo que queréis? Si cuando los malintencionados gobernantes de vuestro mundo llaman a sus pueblos a la guerra se encontraran con que no hay nadie dispuesto a empuñar un fusil, ni hay nadie que obligue a los demás a empuñar un fusil, ni nadie para fabricar armas, por muy malvados que fueran, no podrían hacer nada. Si lo consiguen es porque saben estimular el egoísmo que existe entre vosotros. Saben arrastrar al matadero a las ovejas porque han convencido a las ovejas de que ellas son los matarifes de otras ovejas.
Por lo tanto, el problema lo tiene aquel que cree que tiene el derecho de quitar la vida a otros como él, exponiéndose por tanto a que otros le quiten la vida a él mismo.
El espíritu que ha interiorizado las leyes espirituales, cuando está encarnado, jamás participará en ninguna guerra, porque tiene muy claro que la vida es sagrada y que actuar voluntariamente para producir la muerte de otras personas por el motivo que sea es un acto que va en contra de la ley del amor y contra la ley del libre albedrío.

¿Y si alguien es atacado, y, por actuar en defensa propia, acaba por matar al atacante? O, por ejemplo, ¿en el caso de que el atacante intentara hacer daño a unos niños y la única manera de protegerlos fuera matar al agresor?
Mirad, en el mundo espiritual no son tan importantes los hechos en sí, sino la intención con la que se hacen. El que no tiene intención de matar sino de evitar que el agresor mate, no puede ser juzgado igual que aquel que desde el principio tiene intención de matar. Ya hará lo posible para evitar el daño sin provocar él un daño mayor. Pero este no es el caso de las personas que van a la guerra. Cuando uno va a una guerra, sabe perfectamente que en algún momento estará en disposición de matar a otro ser humano y de morir. Un seguidor de la ley del amor que dice ser creyente en Dios, jamás se alistará voluntario en un ejército para ir a matar a sus hermanos encarnados del bando contrario, porque no hay ninguna idea, ninguna creencia, lo suficientemente noble que justifique matar a otros hermanos.

Pero también es cierto que muchas personas son reclutadas y obligadas a ir al frente en contra de su voluntad. ¿Qué dirías en este caso?
Pues que es una prueba bastante grande para el espíritu en cuestión, porque se le pone entre la espada y la pared. Pero sabed que estas circunstancias no ocurren por casualidad, y el que se ve en esta tesitura seguramente es porque en otra vida indujo a otros a pasar por esa misma circunstancia. Es una prueba muy dura, en la cual sus convicciones a favor del amor se ponen a prueba, porque hay que elegir entre matar y exponerse a ser asesinado, torturado o herido por el bando enemigo, o la cárcel, la tortura e incluso la pena de muerte por su propio bando, el supuesto bando “amigo”, si se declara desertor o insumiso. Todo esto será tenido en cuenta como atenuante. Y también será tenido en cuenta como agravante para los que obligan a ir a la gente a las guerras, a morir y matar, porque son los mayores responsables.
En vuestro mundo, un soldado que ha matado a los del bando contrario, exponiendo su propia vida, es un héroe. Mientras, el que expone su vida para no matar a nadie del bando contrario es un cobarde. Sin embargo, en el mundo espiritual, las cosas son a la inversa. El valiente es el pacifista, el desertor, el insumiso, el objetor de conciencia, que lo es porque está en contra de asesinar, y que es valiente porque arriesga su vida para preservar la vida de los demás, de personas desconocidas, posiblemente de otra creencia o ideología, sabiendo que los de su propio bando le perseguirán quizás hasta la muerte. Mientras, el que expone su vida para quitar la vida de los demás por el temor a que alguno de los dos bandos se la quite primero, está muy lejos de ser un valiente. En cualquier caso, que decida el espíritu qué prefiere, el sufrimiento terrenal temporal, causado por los seres egoístas, que le represaliarán por negarse a matar a sus hermanos, pero la recompensa del mundo espiritual, o la recompensa terrenal del héroe de guerra pero el subsiguiente sufrimiento en el mundo espiritual, por haber actuado en contra de sus hermanos.

Entonces, si existe algún país o fuerza con la intención de invadir el resto de países, ¿qué se supone que deben hacer el resto de países para impedir ser atacados o invadidos por el país agresor, quedarse cruzados de brazos mientras les destruyen? Se me ocurre el caso de la Alemania nazi. ¿Tendrían Europa o América que haber dejado que el nazismo conquistara el mundo a través de su poder militar?
El conocimiento sobre la historia de la humanidad al que vosotros tenéis acceso está grandemente manipulado. Muchos todavía creéis que en cada guerra hay un bando bueno, que es siempre en el que uno está y al que Dios apoya, y un bando malo, al que debe apoyar el demonio.
Pero resulta que en el bando contrario opinan exactamente lo mismo, que ellos son los buenos, que Dios les apoya, y que en el otro bando están los malos, apoyados por el demonio. Una guerra como la que mencionas no se improvisa de la noche a la mañana. La realidad es que las guerras se fraguan mucho antes de que empiecen los conflictos armados y resulta lamentable observar cómo los futuros bandos contrarios cooperan previamente para armarse mutuamente y luego se enemistan para destruirse. Las ideologías extremas y violentas forjan su crecimiento en la penuria moral y económica de los pueblos. Las mayores guerras han venido después de crisis económicas muy profundas, en las que los pueblos han llegado a situaciones extremas de miseria. Y esas crisis económicas no han ocurrido por azar, sino que han sido provocadas intencionadamente por un grupo muy reducido de gente con gran poder económico y político, que tienen la intención de enriquecerse y adquirir mayores cotas de poder a costa de la desgracia y el sufrimiento de los demás, encargándose con sus medios de propaganda de fomentar las ideologías extremas, para convencer a la gente de que los culpables de esos males son aquellos que son diferentes, por motivos de raza, religión, creencia, cultura, etc. Pero si lo consiguen es porque logran estimular vuestro egoísmo, el mismo que os impide ver en el otro ser humano a un hermano. Un autentico creyente en el amor jamás irá a una guerra a matar a sus hermanos, porque cualquier humano es vuestro hermano. ¿Acaso no tenéis hijos? ¿Os gustaría que sufrieran una guerra, que los hirieran o los mataran, que pasaran hambre y sufrimiento? ¿Os gustaría que destruyeran vuestras casas, vuestros pueblos o ciudades? Pues entonces pensad que en el otro bando sucede lo mismo, que si vosotros vais a la guerra causaréis el mismo sufrimiento, muerte, dolor y destrucción que no queréis para vosotros. Porque los del bando contrario también tienen hijos que sufrirán, niños que padecerán miseria, hambre, dolor, sufrimiento, destrucción y muerte. Ciertamente os digo que todo aquello que no queráis para vuestros hijos, no lo causéis a los hijos de los demás, porque realmente lo que hacéis a los hijos de los demás, por la ley de la justicia espiritual, lo estáis haciendo a vuestros hijos del futuro.

Por lo que cuentas, los principales instigadores de las guerras son unos pocos mientras el resto, motivados por su propio egoísmo, se dejan arrastrar por ellos ¿no?
Así es.

Entonces esos responsables de las guerras quedarán enormemente endeudados espiritualmente, ya que acaban por provocar sufrimiento y destrucción a gran cantidad de seres.
Efectivamente. Tengo un mensaje que darles a los “poderosos” del mundo material, por si les sirve para reflexionar y que empiecen a cambiar sus actitudes, antes de que se endeuden todavía más consigo mismos. Puesto que no tienen ningún reparo en organizar invasiones y guerras, en sembrar la discordia y el odio entre los pueblos, y además tienen la desfachatez de hacerlo en nombre de Dios, de la democracia y la libertad, o de otro valor noble que con sus métodos se encargan de difamar, que sepan que están sembrando una macabra semilla cuyo abundante y amargo fruto tendrán que recoger inexorablemente en las vidas siguientes, encarnando como niños lisiados del país que ordenaron sembrar de minas, o como niños hambrientos del país que ordenaron matar de hambre. Su condición de poderosos en el mundo material es sólo una circunstancia pasajera que no tendrán en el mundo espiritual, donde la posición no depende del dinero, el poder y las influencias que tengan, sino sólo de la capacidad de amar que hayan podido desarrollar.
¡Qué chasco se van a llevar aquellos que se creyeron los amos del mundo cuando pasen al mundo espiritual y vean la realidad tal y como es, y vean que todos aquellos que murieron y sufrieron por su causa están por encima de ellos en el escalafón espiritual! No habrá ninguna entrada triunfal con honores de jefe de estado. Pero sí estarán esperándole una multitud de seres poco evolucionados, ansiosos por resarcirse del mal que se les hizo. ¡Cuanto sufrimiento creado, cuando sufrimiento para recibir!

¿Y qué se le puede decir a las víctimas de los conflictos armados, los que han sufrido mutilaciones, miseria, hambre y todo tipo de penurias y vejaciones como consecuencia?
Que no os importe perder lo material, que no os importe perder hasta la vida del cuerpo, porque todo eso pasará. Recordad, nadie os puede matar porque sois inmortales, y cuando volváis al mundo espiritual, a vuestra auténtica vida, ya nada de eso importará. Allí seréis reconfortados de todos vuestros sufrimientos y todas vuestras heridas serán curadas. Allí el amor es lo único que importa. Si todas las desgracias que habéis vivido os han servido para sensibilizaros con el sufrimiento de vuestros hermanos, hasta el punto de que habéis llegado a la conclusión de que ya no deseáis que ningún ser pase por las circunstancias que vosotros habéis pasado, en definitiva, si habéis conseguido llegar a amar, aunque sea un poquito, habrá merecido la
pena.
Mañana Mas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario