Tu Mente (Religión)

Tu mente es tu religión 1/2

Cuando hablo de la mente, no hablo sólo de mi mente, sino de la de todos y cada uno de los seres vivos y universales.

Tu mente es tu religión 1/2


Nuestra forma de vivir y de pensar está totalmente dedicada a la búsqueda de placer material. Consideramos que los objetos sensoriales son de la máxima importancia y nos entregamos a cualquier cosa material que nos haga felices, famosos o populares. Aún así, todo esto viene de la mente. Estamos tan absolutamente preocupados por los objetos externos que nunca miramos en nuestro interior, nunca nos preguntamos por qué los encontramos tan interesantes.

Durante la vida nuestra mente es parte inseparable de nosotros y, como resultado, sufrimos constantes altibajos. No es nuestro cuerpo el que va de arriba a bajo, es nuestra mente –esta mente cuyo modo de funcionar no comprendemos–.
Por eso necesitamos examinarla de vez en cuando –no sólo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente–. Después de todo, es la mente la que siempre nos está diciendo lo que hacer. Necesitamos conocer nuestra propia psicología o lo que se llama, en la terminología religiosa, la naturaleza interna. De todos modos, el nombre que le demos no tiene mucha importancia, lo importante es conocer nuestra mente.

No pienses que examinar y conocer la naturaleza de la mente es sólo un asunto que afecta a los orientales. Eso es un concepto erróneo. A ti te afecta del mismo modo. ¿Cómo puedes separar tu cuerpo, o tu imagen personal, de tu mente? Es imposible. Piensas que eres independiente, que tienes libertad para viajar por el mundo y disfrutar de todo. No obstante, a pesar de lo que tú creas, no eres libre. No estoy diciendo que seas esclavo de otro; lo que realmente te oprime es tu propia mente desenfrenada, tu propio apego. Si descubres cómo te oprime esa mente, podrás hacerla desaparecer. Conocer tu mente es la solución a todos tus problemas.

Un día dices que el mundo es bello y al día siguiente opinas todo lo contrario.
¿Por qué? Científicamente, es imposible que el mundo cambie tan radicalmente.
Es tu mente la que provoca tales apariencias. Y esto no es un dogma religioso –tus altibajos no son un dogma religioso–. No estoy hablando de religión; estoy hablando del modo en que diriges tu vida diaria, que es lo que te hace ir de arriba a bajo. Tu entorno y los demás seres no cambian radicalmente; es tu mente la que te hace verlo así. Espero que lo comprendas.

Del mismo modo, una persona piensa que el mundo es hermoso y que la gente es maravillosa y amable, mientras otra piensa que todas las cosas y todo el mundo es horrible. ¿Quién tiene razón? ¿Cómo dar a esto una explicación Tu mente es tu religión científica? Es sólo la proyección que la mente de cada individuo hace sobre el mundo sensorial. Piensas: “Hoy es así, mañana será asá; este hombre es así, esa mujer es asá”. Pero, ¿dónde está esa mujer que es invariable y eternamente bella? ¿Quién es ese hombre que de un modo absoluto es permanentemente bello? Son inexistentes, –tan sólo creaciones mentales–.

No esperes que los objetos materiales te satisfagan o hagan de tu vida algo perfecto; es imposible. ¿Crees que te sentirás satisfecho cuando tengas todas las posesiones materiales que deseas? ¿Crees que el hecho de acostarte con cientos de personas distintas te proporcionará la satisfacción que anhelas? Nunca podrá ocurrir tal cosa porque la satisfacción viene de la mente.

Si no conoces tu propia psicología, probablemente ignorarás lo que ocurre en tu mente hasta que caigas en una depresión y pierdas la cabeza. Las personas se vuelven locas por falta de sabiduría interior, por no saber examinar su mente. No aciertan a comprenderse; no saben cómo entablar un diálogo con ellas mismas.

Permanecen constantemente preocupadas por los objetos externos mientras que, en su interior, su mente está deprimiéndose hasta estallar. Desconocen su mundo interno y sus mentes están totalmente unificadas con la ignorancia, en lugar de permanecer despiertas e implicarse en el autoanálisis. Examina tus propias actitudes mentales. Sé tu propio terapeuta.

Eres inteligente y sabes que los objetos materiales por sí solos no pueden proporcionarte satisfacción. Por otra parte, no es necesario que te embarques en una experiencia religiosa emocional para examinar tu mente. Hay quienes piensan que este tipo de autoanálisis es una práctica espiritual o religiosa, pero no es así. No es necesario que te clasifiques como un seguidor de ésta o aquella religión o filosofía ni que te incluyas en alguna categoría religiosa. Pero si quieres ser feliz, tienes que examinar tu modo de vida. Tu mente es tu religión.

Cuando observes tu mente, no racionalices ni fuerces. Relájate y no te desanimes cuando surjan problemas. Simplemente sé consciente de ellos y observa de dónde vienen; conoce su raíz. Identifica el problema y analízalo: “Aquí está este problema. ¿Cómo se ha convertido en un problema? ¿Qué clase de mente lo hace aparecer como un problema? ¿Qué clase de mente siente que es un problema?”.

Tras un examen minucioso, el supuesto problema se desvanecerá automáticamente.Es fácil, ¿verdad? No tienes que creer en nada. ¡No creas en nada!

De todas formas no puedes decir: “Yo no creo en la existencia de la mente”. No puedes rechazar tu mente. Puedes decir: “Yo rechazo las ideas orientales”, estoy de acuerdo pero, ¿puedes rechazarte a ti mismo? ¿Puedes negar tu cabeza, tu nariz? No puedes negar tu mente. Por lo tanto, trátate con sabiduría e intenta descubrir la verdadera fuente de satisfacción.

Cuando eras niño te encantaban los helados, el chocolate o los pasteles y siempre querías más. Pensabas: “Cuando sea mayor, podré tener todas las golosinas que quiera; entonces seré feliz”. Ahora que puedes conseguir todos los helados, los chocolates y los pasteles que desees, te has aburrido de ellos y, puesto que ya no te dan felicidad, decides que vas a casarte, a comprarte un coche, una casa, una televisión, etc. –entonces serás feliz–. Ahora tienes todo  Tu mente es un océano eso, pero tu coche es un problema, tu casa es un problema, tu esposo o esposa es un problema, tus hijos son un problema. Es entonces cuando comprendes que: “Oh, esto no es satisfacción”.

¿Qué es pues la satisfacción? Piensa en lo que he dicho confrontándolo con tu propia experiencia; es muy importante. Examina tu vida desde la niñez hasta el presente. Esto es meditación analítica: “Antes mi mente era así; ahora mi mente es de esta otra manera. Ha cambiado de éste o de aquel modo”. Tu mente ha cambiado muchas veces pero, ¿has llegado a alguna conclusión con respecto a lo que te hace realmente feliz? Mi interpretación es que estás perdido. Sabes cómo desenvolverte en la ciudad, cómo llegar a casa, en dónde comprar chocolate, pero todavía estás perdido –no puedes encontrar tu meta–. Analízalo honestamente.

¿Es así?
El Buda dice que todo lo que debes saber es lo que eres, cómo existes. No necesitas creer en nada. Sólo comprender tu mente: cómo funciona, cómo surgen el apego y el deseo, cómo surge la ignorancia y de dónde vienen las emociones.

Basta con conocer la naturaleza de todo eso; conocer su naturaleza es lo único que puede proporcionarte paz y felicidad. Con dicho conocimiento, tu mente cambia por completo. Percibirás las cosas de otra forma, lo que una vez interpretaste como horrible puede convertirse en bello.

Si te dijera que tu vida gira en torno a los helados y el chocolate pensarías que estoy loco. “¡No! ¡No!”, diría tu mente arrogante. Pero examina bien el propósito de tu vida. ¿Por qué estás aquí? ¿Para ser apreciado? ¿Para hacerte famoso? ¿Para acumular posesiones? ¿Para resultar atractivo a otros? No estoy exagerando –analízalo por ti mismo y verás–. Mediante un examen exhaustivo, comprenderás rápidamente que dedicar la vida a la búsqueda de felicidad en el chocolate y los helados anula completamente el significado de haber nacido como un ser humano. Los pájaros y los perros tienen propósitos similares. ¿No deberían ser más elevadas tus metas que las de los perros y las gallinas? No estoy tratando de decidir tu vida por ti, pero tú tienes que hacerlo. Es mejor tener una vida integrada que vivir en un caos mental. Y una vida mentalmente caótica no tiene valor alguno, no es beneficiosa ni para ti ni para los demás. ¿Para qué vives? –¿Chocolate, bistec?–. Quizá piensas. “¡Por supuesto que no vivo para la comida! ¡Soy una persona cultivada!”. Pero la educación viene también de la mente. Sin la mente, ¿qué es la educación? ¿qué es la filosofía?
La filosofía es solo la creación de la mente de algún ser –unos pocos pensamientos hilados de una determinada manera–. Sin la mente no hay filosofía, no hay doctrina, no hay asignaturas universitarias. Todas estas cosas son creadas por la mente.

¿Cómo debes examinar tu mente? Observa sólo como percibe o interpreta cualquier objeto con el que se encuentra. Observa qué sensaciones surgen –agradables o desagradables–. Después analiza: “Cuando percibo este tipo de visión, surge esta sensación, aparece esta emoción; discrimino de este modo, ¿por qué?”. Así se analiza la mente; no hay que hacer nada más. Es muy sencillo.
Cuando analizas tu mente del modo correcto, dejas de echar la culpa de tus problemas a los demás. 

Reconoces que tus acciones equivocadas vienen de tu propia mente engañada y confundida. Cuando estás preocupado por los objetos materiales externos, crees que la culpa de tus problemas son los propios objetos o las personas. Proyectar sobre los fenómenos externos esa visión confundida te hace infeliz. Cuando empiezas a comprender tu visión errónea, empiezas a darte cuenta de la naturaleza de tu mente y a poner fin para siempre a tus problemas.

¿Es todo esto nuevo para ti? No lo es. Siempre que vas a hacer algo, lo analizas primero y después tomas una decisión. Esto ya lo haces; no estoy sugiriendo nada nuevo. La diferencia es que no lo haces con suficiente frecuencia.
Tienes que hacer más análisis. Esto no significa que debas sentarte en soledad, en alguna esquina, mirándote el ombligo –puedes estar examinando tu mente todo el tiempo, incluso mientras hablas o trabajas con otros–. ¿Crees que examinar la mente es sólo para los que están interesados en los temas orientales?

No debes pensar así.
Comprende que la naturaleza de la mente es diferente de la de la carne y de los huesos del cuerpo físico. La mente es como un espejo que refleja todo sin discriminación. Si tienes sabiduría analítica, puedes controlar el tipo de reflejo que permites aparecer en el espejo de tu mente. Si ignoras por completo lo que está ocurriendo en tu mente, ésta reflejará cualquier basura con la que se encuentre –cosas que te enferman psicológicamente–. Tu sabiduría analítica tiene que distinguir entre los reflejos que son beneficiosos y los que aportan problemas psicológicos. Finalmente, cuando comprendes la verdadera naturaleza de objeto y sujeto, se desvanecen todos tus problemas.

Algunas personas se consideran religiosas pero, ¿qué quiere decir ser religioso? Si no examinas tu propia naturaleza, si no ganas conocimiento-sabiduría, ¿cómo puedes ser religioso? No basta con pensar que eres religioso –“Soy budista, judío, o lo que sea”–. Eso no sirve de nada, no te ayuda, no ayuda a los demás. 

Para ayudar realmente a los demás necesitas adquirir conocimientosabiduría.
Los principales problemas de la humanidad son psicológicos, no materiales.
Desde el nacimiento hasta la muerte, los seres humanos se hallan constantemente bajo el control de sus sufrimientos mentales. Algunos no observan nunca su mente cuando las cosas van bien, pero cuando algo va mal –un accidente o alguna otra experiencia terrible– imploran inmediatamente a Dios: “Dios, ¡ayúdame por favor!”. Se llaman a sí mismos religiosos pero no lo son. Un practicante serio mantiene una consciencia constante de Dios y de su propia naturaleza, tanto en los momentos de felicidad como en la desgracia. Uno no es realista, ni siquiera remotamente religioso si, cuando lo está pasando bien, rodeado de chocolates y preocupado por los placeres sensoriales mundanos, se olvida de Dios y sólo se dirige a él cuando le ocurre algún acontecimiento desastroso.

No importa cuál sea la religión que, de entre las muchas del mundo, se considere; sus interpretaciones de Dios o de Buda, etc., no son sino palabras y mente, nada más. Pero las palabras no son de gran importancia. Lo que sí tienes que comprender es que todos los fenómenos –lo bueno y lo malo, cada filosofía y doctrina– provienen de la mente. La mente es muy poderosa. Por eso tiene que ser dirigida con firmeza. 

Un avión potente necesita de un buen piloto. El piloto de tu mente tiene que ser la sabiduría que comprende la naturaleza de la mente; así podrás dirigir tu potente energía mental de forma que beneficie tu vida, en lugar de dejarla correr desenfrenadamente, como un elefante loco, y que te destruya a ti y a los demás.

No creo que sea necesario seguir hablando de este tema. Espero que se haya comprendido lo que he dicho. Ahora, un poco de diálogo sería más conveniente.
Preguntad, por favor, que yo trataré de responder.

Recordad que no tenéis que aceptar mis palabras. Tenéis que comprender mi actitud, mi mente. Si alguien no está de acuerdo con lo que he dicho, que por favor me lo diga. Me gusta debatir con la gente. No soy un dictador: “Tienes que hacer esto, tienes que hacer esto otro”. No puedo deciros lo que debéis hacer.
Sólo puedo hacer sugerencias. Lo que quiero es que vosotros las examinéis. Si es así, me daré por satisfecho. 
Mañana Mas....

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