¿Adónde vas?
Una
bandada de aves en forma de “V” cruzaba el cielo cuando a una
nube que compartía el mismo cielo se le encendió la curiosidad y
quiso saber adónde se dirigían y qué planes tenían. Esperó a
cruzarse en su camino y, con delicadeza, sin molestar ni
entorpecer la marcha, que adivinaba seria e importante, se acercó
cuidadosamente al último pájaro en una de las ramas de la “V”
y le preguntó con dulzura:
- Dime, querido pájaro, si se
puede saber y puedes decírmelo, ¿adónde os dirigís en un vuelo
tan recto y tan largo, y qué vais a hacer allí?
El pájaro,
sin dejar de volar al ritmo de sus compañeros, contestó:
-
¡Ay, si yo lo supiera! Pero no tengo ni idea. Yo no hago más que
seguir al compañero que me precede. Voy adonde va él, y vuelo
hacia donde él vuela.
Pregúntale a él. Él lo sabrá.
La
nube se adelantó un poco, hasta alcanzar al pájaro anterior, y
recibió la misma respuesta. Y así fue pasando de un pájaro a
otro y de una rama de la “V” a la otra, sin lograr saciar su
curiosidad. Todos le decían que ellos no sabían nada y que
preguntase a los demás, que ellos sabrían. Pero nadie sabía
nada.
Cada uno seguía al que tenía delante, sin preguntarse
más, y no podían dar respuesta.
A la nube se le
acrecentaba la curiosidad con ello, y no le quedó más
remedio
que dirigirse al pájaro del vértice de la “V” aun a riesgo
de
molestarlo y distraerlo en su importante tarea de líder del
grupo.
Si disculpó, pues, y le preguntó adónde iba con todos
aquellos compañeros que lo seguían.
El pájaro guía
contestó:
- ¡Qué más querría yo que saberlo! No tengo ni
idea de adónde vamos. Pero todos éstos me vienen empujando por
detrás, y no tengo más remedio que seguir volando, aunque sin
saber adónde me llevan. ¡Ellos lo sabrán! Pregúntaselo a
ellos.